jueves, 14 de mayo de 2015

Miguel Delibes





Miguel Delibes                          

 Fue un novelista español y miembro de la Real Academia Española desde 1975 hasta su muerte.
 Licenciado en Comercio, comenzó su carrera como columnista y posterior periodista de El Norte de Castilla, periódico que llegó a dirigir, para pasar de forma gradual a dedicarse enteramente a la novela.



Los Santos Inocentes

Trata de que un Amo llamado “el señorito Iván” tiene un cortijo donde tiene allí gente trabajando para él. Había una familia que trabajaba para él y estaba formada por “Paco el bajo”, su mujer “La Régula” y sus cuatro hijos más, que eran: Rogelio, Quirce, Nieves y Charito que era llamada “La niña chica”. Su tío Azarias también trabajaba en la Jara, pero el señorito le echó por que era muy mayor y decía que era un guarro. Era una familia que pasaba por malos momentos porque Charito “La niña chica” tenía una enfermedad en la que no controlaba sus actos, es decir, era como un niño y su tío Azarias también se encontraba en la misma situación, estaba mejor que Charito pero no mucho más. Ellos no tenían derecho (por decirlo de alguna manera) a tomar decisiones entonces “El Périto”, es decir, Pedro las tomaba por ellos, era el encargado de decir lo que podían o debían no hacer ya que parecía que el tenía más idea que ellos.


El Camino

Está ambientada en la España rural de la posguerra. Aunque no hay referencias geográficas, es fácil identificar el lugar con Cantabria, en concreto con el pueblo de Molledo (Valle de Iguña), donde el autor pasaba sus vacaciones veraniegas en la infancia.


Fragmento
Pero a Daniel, el Mochuelo, le bullían muchas dudas en la cabeza a este respecto. Él creía saber cuanto puede saber un hombre. Leía de corrido, escribía para entenderse y conocía y sabía aplicar las cuatro reglas. Bien mirado, pocas cosas más cabían en un cerebro normalmente desarrollado. No obstante, en la ciudad, los estudios de Bachillerato constaban, según decían, de siete años y, después los estudios superiores, en la Universidad, de otros tantos años, por lo menos. ¿Podría existir algo en el mundo cuyo conocimiento exigiera catorce años de esfuerzo, tres más de los que ahora contaba Daniel? Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo -pensaba el Mochuelo- y, a fin de cuentas, habrá quién, al cabo de catorce años de estudio no acierte a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y caprichosa. "

No hay comentarios:

Publicar un comentario